CONTANDO EL OMER
Hay días que simplemente pasan, y otros que se convierten en escalones hacia algo mayor. Contar el Omer no es solo una tradición antigua: es una invitación diaria a detenerse, reflexionar y crecer. ¿Y si cada día fuera una oportunidad para acercarte más al propósito eterno?

Como comentamos en la reunión, ayer fue el shabat final de la fiesta de Hamatzot (los panes sin levadura) y coincidió que, como fue el domingo, también fue el día del Omer Reshit (la gavilla de las primicias). La Toráh nos enseña que el día del Omer Reshit es el primer día del conteo de los cincuenta día que nos llevan a Shavuot (Pentecostés):
Levítico 23:15-17 — «Contarán desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajeron la gavilla de la ofrenda mecida; contarán siete semanas completas. Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentarán una ofrenda de espiga tierna al SEÑOR. Traerán de sus moradas dos panes para ofrenda mecida, hechos de dos décimas de un efa; serán de flor de harina, amasados con levadura, como primeros frutos al SEÑOR».
Este conteo de cincuenta días es lo que llamamos “cuenta del omer”. Hoy es el día 2 y cuando el día 50 será Shavuot (Pentecostés).
Este conteo es una ocasión especial para reflexionar y aprender. Moisés oraba «Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría» (Salmos 90:12). En este verso la palabra «contar» es la palabra hebrea «manah» que significa pesar o medir. De modo que, para tener sabiduría, Moisés le pidió al Eterno que le enseñara a «pesar» cada día, es decir tener un momento de reflexión cada día, evaluando lo que le tocó vivir y la forma en que reaccionó, las cosas que hizo y las cosas que no hizo, sus emociones, etc. Pero esto es más que un acto de detenerse y pensar por uno mismo. Notemos que Moisés le dijo al Eterno “enséñame”, así es que el Eterno tiene una parte activa en este proceso de «pesar el día». Entonces, ¿cómo podemos nosotros pesar el día? La respuesta es simple: «en oración». Lo ideal es apartar un tiempo y dialogar con el Padre Eterno. Decirle en voz alta «Padre hoy me pasó tal cosa y yo reaccioné así… y estuvo mal» o «Padre hoy me fue bien en tal cosa, te doy las gracias, fue bueno», etc. Aprender a convertir esta clase de oraciones en un diálogo, una conversación en voz alta que nos llevará a adquirir sabiduría. Se debe hacer a solas, por eso vemos que Moisés conversaba a solas con el Eterno, en el monte y en la tienda de reunión. También Yeshúa se iba a estar solo para mantener este tipo de diálogo que vemos en las Escrituras. Al principio no será fácil, pero con el tiempo se convertirá en una cita diaria con nuestro Padre Eterno que no vamos a querer perdernos por nada del mundo.
Aprovechemos este conteo del omer para aprender a «pesar los días», agendemos una cita diaria con nuestro Padre para conversar con él, para abrirle nuestro corazón en soledad, en voz alta. Para hablarle de nuestro día, de nuestras necesidades, de nuestra alegrías. Para pedirle lo que necesitamos y para darle gracias por tantas cosas buenas que nos da cada día. Para cantarle un salmo, para darle honor.
Que nuestro Padre nos enseñe a pesar los días y a crecer en sabiduría.
Shalom.