EL ÚLTIMO LLAMADO

En un mundo donde muchos se conforman con creer, hay quienes deciden servir con todo su ser. ¿Qué distingue a un siervo del Señor de un creyente común? Descúbrelo en las cartas que Yeshúa dirigió a sus congregaciones.

EL ÚLTIMO LLAMADO
Revelación 1:11 — «Escribe en un rollo lo que ves, y envíalo a las siete congregaciones: en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea».

Ayer vimos que los verdaderos destinatarios de la Revelación (Apocalipsis) son los siervos de Elohim, sin embargo las cartas fueron enviadas a siete congregaciones. Esto parece extraño porque seguramente no todos los miembros de esas comunidades eran siervos, muchos de los que oyeron las palabras del rollo probablemente eran creyentes comunes, simpatizantes. Esto nos enseña que Yeshúa sigue llamando a su pueblo al arrepentimiento hasta el último minuto. Nuestro Señor sigue llamando al creyente común a la consagración, quiere que todos lleguemos a la madurez, que todos pasemos de ser simples oidores de la Palabra a ser oidores y hacedores, que todos pasemos de ser creyentes comunes a ser siervos genuinos del Eterno.

Desde que encontramos a Yeshúa, aprendimos a sostenernos y refugiarnos en su gracia y su perdón. Entendimos que no importa nuestro pasado, lo que importa es lo que somos y lo que haremos de ahora en adelante. Y todos estamos llamados a alcanzar la estatura de la madurez espiritual, una madurez diga de nuestro Santo Maestro.

Efesios 4:11-13 — Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del hijo de Elohim, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías.

Este pasaje nos enseña que el propósito del Padre es que nadie se quede atrás. Todos estamos siendo llamados a crecer, a madurar, a dar fruto para alcanzar todo nuestro potencial espiritual. La meta es clara: ser como el Mesías. Esta no es una idea imposible sino un estándar alcanzable a través del poder del Espíritu y de la obediencia diaria. El Eterno nos provee de todo lo que necesitamos el único obstáculo somos nosotros mismos: el orgullo, la carne, el amor al mundo, la falta de emunáh.

Hermanos, el último llamado de nuestro amado Yeshúa, a través de sus siete cartas, es un llamado de amor y de gracia. Pero no una gracia para dejarnos en nuestra tibieza espiritual, sino una gracia para despertarnos, para movernos, para transformarnos. Es un llamado urgente a despertar del letargo espiritual, a dejar la mediocridad, a comprometernos plenamente con la vida eterna que se nos ha confiado.

Las cartas de Yeshúa son una trompeta celestial, son la voz de Yeshúa revelándonos exactamente quienes somos, cuales son nuestras obras, nuestras intenciones, nuestras caídas, pero también nuestras victorias y nuestro potencial de alcanzar su gloria si somos capaces de salir de nuestra zona de comodidad.

Revelación 3:20 — Mira, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.

Este es el último llamado, y es personal. No es solo para el grupo, ni para la comunidad en general. Es para ti, para mí, para cada alma que todavía está a tiempo de responder.

¿Seguiremos siendo solo creyentes comunes, simpatizantes del evangelio? ¿O nos levantaremos dispuestos a pagar el precio para ser siervos fieles del Señor?

¿Escucharemos la voz que nos llama desde los cielos? ¿O seguiremos en un estado de comodidad espiritual?

Hoy es el día... hoy puede ser el último llamado… ¿lo oirás?

🪔 Un abrazo, shalom!