TENGO ESTO CONTRA TI

Y si Yeshúa te dijera: “Tengo esto contra ti: ya no me amas como al principio”? La carta a Éfeso no fue para nuevos creyentes, ¡sino para una congregación madura! ¿Podría pasarnos lo mismo? Descúbrelo en este llamado urgente al primer amor.

TENGO ESTO CONTRA TI

Hace unos días reflexionábamos sobre el reconocimiento que Yeshúa hace de las obras de la congregación de Éfeso. Nuestro Mesías comienza su carta elogiándolos por su disciplina y perseverancia en medio de un ambiente hostil hacia el evangelio, por su celo por la verdad, y por su capacidad de sufrir por su nombre. Éfeso era una ciudad grande, con mucha actividad comercial y religiosa. Era visitada por gente de todo el mundo debido a que ahí estaba el templo de Artemisa (Diana) que es considerada una de las siete maravillas del mundo y uno de los símbolos más poderosos del paganismo en la antigüedad. La congregación de Éfeso fue formada por un puñado de discípulos fieles, incluyendo al apóstol Pablo. Al oír las buenas nuevas de Yeshúa, los hermanos abandonaron inmediatamente sus prácticas paganas y ocultistas. Nos dice el libro de los Hechos que quemaron carísimos libros de magia (Hch 19), lo que nos habla del grado de dominio que tenía Hasatán sobre la gente de esa ciudad. Desde el comienzo la congregación demostró una gran emunáh (fidelidad), y Yeshúa los alabó por eso, pero…

La carta a la congregación en Éfeso fue enviada, por Yeshúa, más de treinta años después de su formación. Para ese tiempo el encargado de supervisarla era el propio apóstol Juan que estaba en Patmos. De modo que la carta no fue enviada a un grupo de nuevos discípulos, sino a una congregación que tenía más de tres décadas de carrera. Y aunque al principio todo había ido bien, para entonces había un problema, y era grave.

Revelación 2:4 — «Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor».

La congregación había abandonado su primer amor. Imagina que Yeshúa te envíe una carta desde el cielo y te diga «tengo contra ti que ya no me amas como al principio». ¡Debió ser impresionante! Más de sesenta años después de que Yeshúa había ascendido a los cielos, la congregación de Éfeso recibió una carta del mismísimo Mesías reprendiéndolos por dejar de amarlo. El impacto debió ser tremendo porque los hermanos conocían muy bien las Escrituras y las enseñanzas del Maestro, y sabían que el amor es el más importante de los mandamientos:

Marcos 12:28-31 — Cuando uno de los escribas se acercó, los oyó discutir, y reconociendo que Jesús les había contestado bien, le preguntó: «¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?». «Jesús respondió: “El más importante es: «Escucha, Israel; el SEÑOR nuestro Dios, el SEÑOR uno es; y amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”. El segundo es este: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que estos».

El amor es la base de nuestra relación con nuestro Elohim y con Yeshúa. Amar es el mandamiento más grande de todos. Y el amor verdadero no es platónico, el amor verdadero es aquel que se manifiesta tanto en privado como en público, es aquel que nos lleva a poner en práctica nuestra emunáh. Por favor leamos cuidadosamente los siguientes pasajes:

Deuteronomio 11:1 — «Amarás, pues, al SEÑOR tu Dios, y guardarás siempre sus mandatos, sus estatutos, sus ordenanzas y sus mandamientos».
Deuteronomio 30:15-16 — «Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Hoy te ordeno amar al SEÑOR tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el SEÑOR tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla».
Juan 14:15 — «Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos».
Juan 14:21 — «El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y Yo lo amaré y me manifestaré a él».
1 Juan 5:2-3 — En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son difíciles.
2 Juan 1:6 — Y este es el amor: que andemos conforme a sus mandamientos. Este es el mandamiento tal como lo han oído desde el principio, para que ustedes anden en él.

Uno de los aspectos más importantes que tenemos que tomar en cuenta como discípulos es que «nuestro amor al Eterno es proporcional a la pasión y el entusiasmo que ponemos en aprender y guardar sus mandamientos». Amamos mucho: obedecemos mucho, amamos poco: obedecemos poco. Acabamos de leer que los mandamientos no son difíciles, así es que les voy a contar un secreto: cuando alguien dice «se me hace difícil obedecer los mandamientos» espiritualmente está diciendo «no amo lo suficiente al Padre». Cuando desobedecemos u obedecemos a medias le estamos demostrando a los Cielos que en nuestro corazón no hay amor por el Padre, no hay emunáh en Yeshúa, no hay confianza en sus promesas y su palabras. Y el Eterno ve lo que hay en nuestro corazón. Esta es una importantísima lección espiritual, y si es lo único que nos queda en la memoria de todo lo que hablemos en esta cuenta del omer, yo me doy por satisfecho.

Con los años, la congregación en Éfeso había abandonado su primer amor, ese amor que era obedecer los mandamientos en medio de la persecución, ese amor que era estudiar las Escrituras con diligencia, ese amor que era poner a prueba a los apóstoles y maestros, ese amor que era rechazar activamente toda manifestación de maldad en medio de la congregación. Los hermanos de Éfeso se habían vuelto negligentes, descuidados. Aunque ya eran viejos en la emunáh, comenzaron a guardar los mandamientos a medias, en chileno: Asistían a los cultos de Hamatzot pero en la casa tomaban sopa con fideos. No comían cerdo pero no les importaba ver si el yogur que estaban tomando tenía cochinilla , guardaban el shabat pero se iban al mall a las cinco de la tarde, leían la Biblia pero ya no la estudiaban en la semana, etc. Eran discípulos viejos pero no habían crecido espiritualmente, se habían enfriado. Ya no eran como antes. Hablaban de lo mucho que habían vivido en la emunáh en el pasado pero siempre en el pasado. Comenzaban su testimonio de vida con un “ante yo era…” o “antes yo hacía…”, siempre antes, siempre en el pasado pero ahora ya no.

Lo que le estaba pasando a la congregación en Éfeso era grave, y su fidelidad del pasado no iba a tener ningún valor a menos que fueran capaces de regresar a su primer amor.

¿Es nuestro amor por el Padre ahora mayor que al principio? O dicho de otra forma: ¿Obedecemos al Padre ahora con más pasión y entusiasmo que al principio o hemos abandonado nuestro primer amor?

🪔 Un abrazo, shalom!