TIEMPOS DE TRANQUILIDAD
Volver al pacto no es difícil… lo difícil es dejar de justificarnos. Hoy es el tiempo de madurar, obedecer y llenar nuestras vasijas de aceite. ¿Aprovecharás esta oportunidad?

Ayer estuve hablando sobre los que prohibían casarse y prohibían comer ciertos alimentos creados por Elohim. Vimos que estas prohibiciones eran cargas pesadas inventadas por falsos maestros y que iban en contra de la Toráh. No solo el judaísmo rabínico inventó prohibiciones, vimos ayer que también el cristianismo gnóstico, pero también otras sectas como los esenios y el judaísmo helenista. Ocurre lo mismo con el cristianismo moderno. Por ejemplo, cuando se engaña a los creyentes para obligarlos a entregarle el 10% del sueldo a los falsos ministros.
La verdad es que la obediencia a la Toráh y los Profetas no es una carga pesada, no son mandamientos difíciles de seguir. Las Escrituras lo dicen una y otra vez:
DEUTERONOMIO 30:11 — «Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está fuera de tu alcance».
1 JUAN 5:3 — «Porque este es el amor a Elohim: que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos».
Las Escrituras también señalan que el Eterno pone su Toráh en nuestros corazones para que podamos obedecerla (Jeremías 31:33) y su Espíritu nos motiva y nos guía para que crezcamos en santidad y en madurez. Los mandamientos del Padre, no solo son una guía para llegar al Reino de los Cielos en el futuro, sino también un guía para tener una vida abundante en este mundo caído… y eso es especialmente importante en este tiempo que es el preámbulo al día del Señor.
Las Escrituras nos enseñan, desde Génesis hasta Apocalipsis, que para alcanzar la gracia debemos arrepentirnos, es decir, regresar al pacto cambiando nuestra forma de vida, comenzando a guardar los mandamientos abandonando el pecado. Entender este principio espiritual es muy importante porque el cristianismo romano ha promovido entre los creyentes la falsa idea de que basta «creer en Jesús» para ser «salvo». Es decir, que si estás convencido de que Yeshúa murió por tus pecados y resucitó al tercer día eres parte del pueblo de Dios, serás bendecido en todo y te irás al paraíso en un rapto antes de la gran tribulación… no importa si sigues pecando porque la salvación es por gracia, un regalo, y que eso significa que no es necesario que te arrepientas, basta que pidas perdón de vez en cuando.
Uno pensaría que en las congregaciones de «las raíces hebreas», la situación es distinta, pero la verdad es que muchos de los discípulos de Yeshúa hemos llegado a la fe en iglesias evangélicas y vivimos un grado de contaminación doctrinal que veces arrastramos sin darnos cuenta. Por eso es importante entender que no todos los miembros de las congregaciones de Yeshúa tendremos éxito y entraremos al Reino. Y la falla no está en las Escrituras ni en el Espíritu de Santidad sino en nuestra propia carne, en nuestra porfía y nuestra indiferencia. Vivimos un tiempo de tranquilidad, seguir a Yeshúa y guardar la Toráh hoy en día es todo lo fácil que puede ser, pero no nos damos cuenta. Debemos entender que, antes de la prueba, el Eterno nos ha concedido prepararnos en un ambiente de tranquilidad, sin persecuciones, sin hambre, sin soledad, sin pérdidas, unidos como congregación y con toda clase de recursos a nuestra disposición. Estamos viviendo un tiempo de paz que nuestros hermanos en el pasado nunca tuvieron, y es porque estamos llamados a un desafío mayor.
Hermanos, regresar al pacto, aprender y seguir los mandamientos hoy en día es más fácil de lo que nunca antes había sido. Tengamos el discernimiento espiritual para entender que el propósito de nuestro Padre es darnos este tiempo para llenar nuestras vasijas de aceite, para que crezcamos en la emunáh, para que maduremos espiritualmente. Qué privilegio y que bendición vivir en este tiempo, ¿lo aprovecharás para madurar como discípulo?
Un gran abrazo, shalom!!!